martes, 14 de julio de 2009

Chimaski. Son sólo tres medidas de Rotring

La artista Caro Chinaski muestra sus cartas



Por Diego O. Orfila


Es una chica en ascenso. Publica en el diario La Nación a razón aproximada de una ilustración por mes en la sección Última Página. Desde el 2006, produce una historieta por semana para el blog Historietas Reales (http://www.historietasreales.com.ar/). En el 2007, salió su libro Indecentemente cursi (editorial Domus) en el que recopiló los cuadritos de H. R. Culturalmente nacida del ámbito de los fanzines alternativos de los años 90 -produjo Oceano y Charquito, junto a Clara Lagos- y fanática de Hate, el comic de Peter Bagge –mítico en el undeground de la década pasada-, ex diseñadora de indumentaria, Caro Chinaski cuenta con un sinfín de proyectos. Este año, Editorial Planeta dará a conocer un nuevo libro en el que la artista recopila las ilustraciones de su propio blog Oh_no( www.fotolog.com/oh_no), creado en el 2004.

Como ella misma lo define, Oh_no es “ilustración autobiográfica”. Cada día un dibujo y unas líneas que remiten a un estado de ánimo personal y cotidiano. En este punto, Indecentemente cursi va por el mismo camino. Se trata de las historias de una chica que vive sus aventuras cotidianas y acidas puntualmente cada viernes. En blanco y negro, la obra de Chinaski plantea un delicado equilibrio entre deformidad y belleza, entre oscuridad y gracia, con una economía de recursos basada en las tramas y en el uso discreto de negro pleno. Indecentemente cursi es prueba de ello y también, la serie de cuadritos que presentó en la exposición Blanco, negro y un color, entre 14 de mayo y el 6 de junio, en Proyecto Bisagra Cont Art Gallery (Bonpland 1565). En sus trabajos en color, utiliza el color digital de la computadora, por práctico y rápido. Lo que no le impide lograr un dibujo sensible y personal. Aunque, en sus cuadros y murales, Caro Chinaski sabe de color con matices y texturas. Audaz, oscura, divertida, en esta entrevista la artista habla de sus trabajos, de sus obsesiones, de su historia. En una palabra, de una de sus mayores inspiraciones: su vida.

-¿En qué va a consistir tu nuevo libro próximo a editarse por editorial Planeta?
Caro Chinaski -Es la página web Oh_no. Imágenes y textos. Igual tiene como una revisión. Creo que va a ser de 25 cm por 25 cm, ese es el tamaño original de los cuadernos de Oh_no. Cada página es el escaneado del cuaderno original.
-¿Es como esto? –este periodista saca una página de Oh_no impresa-.

C. Ch. -Me gusta mucho esta –suave, delicada-. No se por qué. Las poses, las manos. Desde que lo empecé, en el 2004, era un ejercicio de todos los días. Hasta ahora tengo dibujados ocho cuadernos. Oh_no empezó como un ejercicio. A ver si puedo hacer algo todos los días. Un texto y una ilustración. La dibujo y lo escribo 15 minutos antes de subirlo a Internet. Si lo hago un día antes, ya no tiene la misma gracia para mi. No es un momento, es en el medio de todo.
-¿Dibujas en tu casa o tenés un estudio?
C. Ch. -En este momento dibujo en mi cuarto. Soy media caótica para trabajar. En este momento, mi estudio es mi cuarto, mi living, mi todo. Vivo en un monoambiente. Aunque es bastante grande. No tengo mucho orden. Soy muy obsesiva con mi trabajo. No con mi casa. Mi casa es un caos absoluto. Mi trabajo, no. Pero tengo todos los originales llenos café con leche. Soy obsesiva con mi trabajo mientras lo estoy haciendo y antes de que lo publiquen.
-¿Obsesiva quiere decir perfeccionista?
C.Ch. -Mientras trabajo soy tremenda. Me paso horas y horas y horas haciendo una pelotudez. Por ahí en un ojo estoy 45 minutos. Ese es el momento en el que más sufro –la voz se le escapa en una risa breve-.
-¿Te referís a la escritura o al dibujo?
C. Ch. -En realidad, nunca escribí un guión y después lo dibujé. Voy armando a medida. Pero las tramas, esas cosas, son algo que me hace sufrir un montón y a la vez me encanta cuando lo tengo terminado. Por ejemplo, cuando voy por la mitad del pantalón digo “la puta que me parió, porque no lo habré hecho a negro a pleno”. Lo mío es como una psicosis de la tramita. Es muy de obsesivo pero no me puedo despegar.
-
Observo tu libro de historietas Indecentemente cursi y pregunto, ¿cómo juega lo urbano en tus trabajos?
C. Ch. –Lo urbano no juega mucho. No hay mucha ciudad. A mi la ciudad no me va. No. No soy muy amante de la calle porque sí. Si salgo a la calle es para hacer algo. Hay gente que necesita todos los días ir a tomar un cafecito. Yo prefiero quedarme en mi casa. Ahora estoy viviendo en Benavidez, vivo al borde un lago.
-Sin embargo, creo apreciar lo urbano en las distancias cortas y los detalles de los planos que presentas en tus comics. Quizás se trate de la visión de distancia corta propia de la ciudad.
C. Ch. –Me gustan más las expresiones y los movimientos antes que el paisaje. Uso el paisaje cuando realmente tengo que decir algo que lo requiera. Si no, siempre planos cortos.
-Otra característica de tu trabajo en historieta en blanco y negro es que logras un cierto brillo, un cierto glamour, con sólo líneas.
C. Ch. -Son sólo tres medidas de Rotring. Claro –sonríe con los labios finos-. Un número 1, un 0.7 y un 0.5. Eso es todo lo que tengo. Y la mano. En color es otro dibujo totalmente. Es otra manera de dibujar. Y no podés hacer tantas tramitas –ríe-.


El perro y la rata

-¿Cómo empezó Historietas Reales?
C. Ch. –Fue idea de Federico Reggiani y Frank López, que son los chicos que hacen Autobiógrafo –se puede ver en www.historietasreales.com.ar-. Dijeron “por qué no hacemos un blog en el que cada uno tenga que escribir una historieta sobre su vida un día a la semana”. Llamaron gente. Cuando me llamaron a mi, yo ya venía haciendo una especie de autobiografía con Oh_no que empezó en el 2004. Historietas Reales creo que empezó en el 2006. Cuando me lo dijeron me pareció genial. En realidad, llamaron, por separado, a mi compañera Clara Lagos, con la que hacíamos el fanzine Océano y charquito, y a mi. Nos pareció genial.
-¿Cómo empezó el fanzine Océano y Charquito?
C. Ch. –Hagamos un fanzine –voz de nena-. ¡Bueno!
-¿Eras dibujante?
C- Ch. –No. Yo siempre dibuje. Dibujaba horrible. Nunca hice un curso de dibujo en mi vida. Dibujo muy deformemente pero estoy bastante en paz, no digo conforme. Creo que llego a expresar lo que quiero.
-Alguna vez dijiste que extrañabas la época en que dibujabas más suelta, ¿con qué tiene que ver esa época?
C. CH. -Yo en ese momento dibujaba un perro y vos entendías una rata. A mi no me importaba. Mientras vos pudieras seguir la historia, estaba bien. Me parece que yo trato de decir algo y vos entendés lo que entendés. Y me parece genial. La libre interpretación de lo que yo hago es muy importante. Más allá de la mínima línea de lo que yo quiero tirar, lo demás entra en la cabeza de uno. Pero extraño eso, no preocuparme tanto porque un perro se parezca un perro. Eso tiene que ver conmigo. Es un proceso natural. Cuando una esta trabajando y trabajando y trabajando, hay cosas que no te permitís. Igual, naturalmente, ya no me sale dibujar un perro rata. Por ahí, extraño el no preocuparme tanto por lo que vaya a salir. Lo siento como presión todos los días.
-¿Eso tiene que ver con la exigencia propia del trabajo, con tener que cumplir al día?
C. Ch. -Trabajo para todo el mundo. Pero no es que me estoy preocupando porque en La Nación me entiendan. Sabés que La Nación es el único medio que nunca me rebotó una ilustración. Desde el 2007 hasta ahora.
-¿Cómo surgió la historieta a color “Llega como un trueno. Te parte como un rayo” que se publicó en la selección española Ábreme (Ed. Moebius, 2008)?


C. Ch. –Me invitaron. Los editores son argentinos pero la editaron en España. Me propusieron hacer una historieta con temática gay o lésbica y dije que sí. Lo que pasa es que tenía que ser en color. Me gusta el color. Pero me cuesta hacer historieta a color. Y en realidad es lo que vende. Mirá internet. Color es mucho más vendible. Yo me acuerdo cuando la Hate, la historieta de Peter Bagge, cambió blanco y negro a color. Se armó un gran debate.

-¿Te resulta difícil el color?
C. Ch. –No. En color, tiqui tiqui tiqui con la computadora y listo. Me resulta más atractivo el blanco y negro.
-¿Para el color siempre usas computadora?
C. Ch. –Computadora siempre. Todo lo que veas, por más que tenga color, está dibujado en papel. Todo, todo. Primero lápiz, después entinto, borro el lápiz, escaneo y pinto en la computadora.
-Pintás la superficie a pleno en color.
C. Ch. –Sí, soy medio caballo en eso. Creo que aprendí a pintar en capas hace muy poquito.
-También haces cuadros y ahí no hay computadora.
C. Ch. –No. Es que la computadora para mi es una herramienta. No te diría como barniz en un cuadro porque sería demasiado peyorativo para la pobre computadora que pone el color. Yo dibujo en papel y hago todo en papel menos el color. Si yo usara lápices o acuarelas de una forma más profesional de lo que lo hago, quizás no usaría computadora. Pero no puedo, no tengo tiempo.
-Pero podés meterte con otras técnicas.
C. Ch. –Sí. Cuando pinto cuadros, pinto con acrílico, aerosol, tinta, vino, mate, café, pintura de tela, pintura de uñas. Lo que encuentre. Para mi el cuadro o la pared es mucho más experimental. En la historieta no soy muy experimental. En la historieta puedo ser experimental en la forma o en el relato pero no en la técnica.
-Pintas paredes, murales.
C. Ch. –Sí –despreocupada-, de vez en cuando.
-¿Bajo que régimen legal?
C. Ch. –Ningún régimen legal –ríe con inocencia-, ilegal. Bueno, si alguien me preguntan si quiero pintar un mural y creo que está bueno, ahí es legal. Por ejemplo, el que hice en el jardín del centro cultural Espacio Martínez, en Villa Urquiza. Me pusieron un andamio y demás. Es legal.
-¿Y este otro mural?

C. Ch. -Ese fue en Rosario. Ese fue ilegal. Mide más de cinco metros de alto. Fue la policía montada mientras estábamos pintando. Vino a echarnos. No lo logró. Fue el año pasado. Fuimos un montón de gente de acá a Rosario a pintar los corralones que están en el puerto. Abajo del monumento a la bandera. Supuestamente estaba todo bien con el municipio y nos habían dicho que sí. Pero no teníamos ningún papel y nos vinieron a echar. Fue muy gracioso, teníamos una escaleras de cinco metros. Venía la policía decía `chicos, basta de pintar”, bajábamos la escalera. Se iban a quejar al otro depósito, subíamos la escalera. Volvían “les dijimos basta de pintar”, bajábamos la escalera y así. Eran cuatro o cinco galpones que estaban siendo pintados de los dos lados.
-Pienso en la motivación de hacer una obra a riesgo de caer presos.
C. Ch. –Bueno –piensa-. Me agarró la policía pintando sola hace muchos años. “Qué está haciendo señorita”. Pintando. “Pero ¿usted es artista?” Me quedé mirándolo como diciendo “yo qué sé. Sí.” Y me fui. Fue en el 2005. Estaba sola, a la madrugada. Hice un comic sobre eso.
-¿Cuál es la motivación política?
C. Ch. –Ninguna –segura-. No tengo motivación política. Tengo mis creencias y lo que yo creo que está bien y lo que yo creo que es sano. Pinto en la calle porque es otro lugar donde puedo pintar. Pinto donde puedo, dibujo donde puedo. Creo que todos los soportes son buenos, son validos.


Ponerse a la moda

Cae la tarde esmerilada en el Palermo de las vidrieras de diseño y tono ambarino. Alta y delgada, Chinaski camina y sacude con suavidad los jeans anchos a la altura de la pantorrilla. Trenta y tres años. Vive en Benavidez –al norte de la Provincia de Buenos Aires-, en un amplio monoambiente frente a un lago. Pero eligió una coqueta librería de Palermo para mostrarse. Ex diseñadora de ropa, Chinaski tuvo una marca legendaria durante diez años con su correspondiente local en la galería Bond Street (avenida Santa Fe al 1600). Sobre el delgado brazo izquierdo, calza un brazalete oscuro que brilla bajo la tenue música de Tom Waits.
-Te preguntaba sobre lo urbano en Indecentemente Cursi, hay otra característica relacionada: la historieta trata sobre una chica que se viste muy bien.
C. Ch. –Ah, mirá –halagada-. En la historieta me visto mucho mejor que personalmente –rie-. Yo tengo un tema con la imagen. Siempre estoy mirando todo. Me gusta la gente que se viste lindo. Me gustan las cosas que me dan placer a la vista. O que me chocan.
-¿Cómo se relaciona esto con el diseño de ropa?
C. Ch. –Ya no soy diseñadora de ropas. El diseño ropas ocupaba otro lugar en mi corazón. Me dio mucho placer durante diez años pero ya no. Hablo de la marca de ropa. En cierto punto, dejó de darme placer porque tenía que responder más a la demanda de mercado que a lo que yo quería hacer. Ya no era lo mismo.
-¿Dejó de darte placer o ganancia?
C. Ch. -Nunca medio perdida. Pero ya no me entusiasmaba y entonces no me daba el dinero que me daba antes.
-En el 2006, trabajaste en una empresa textil franco – argentina.
C. Ch. –Ahí trabajaba de empleada. Haciendo diseño de estampado textil, que es otra cosa. Fue una tortura. Me hacían dibujar flores y yo quería dibujar lo que fuera. Me daban cierto espacio pero no el que yo quería. No estoy acostumbrada a que me limiten. Fue bastante difícil. Hacía patrones para estampar telas en un continuo. No es lo mío. Aunque aprendí un montón. Me saqué el gusto de experimentar con todo lo que tenía. Podía meter tintas chinas, oleos, acrílicos, collage.
-¿Así y todo te cansó?
C. Ch. –Me echaron por sindicalista. Estaba todo el tiempo diciendo “tenemos que tener más tiempo para almorzar”, “estamos cobrando menos porque no se qué”.
-Y después, yo pregunto por la motivación política...
C. Ch. –Es que yo tengo muy claro lo que me parece justo o no. Creo que política hago con mi vida. O con la historieta.
-En Indecentemente Cursi además se ve la descripción de una forma de vida.
C. Ch. -Vivo en Benavidez y estoy igual de psicótica que siempre. Me levanto un poco después de que amanece y me acuesto a las diez y media de la noche. Pero estoy tan zarpada como siempre.

-Este es un diseño de campera que vos creaste...
C. Ch. -¡De dónde sacaste este buzo! –festeja entusiasmada como una adolescente-. ¡Qué lindo! La espalda tiene el logo dibujado a mano por mi. Me retrotrae a un época –recuerda-. Ese estampado es del 2000 o 2001. No tengo nada de esto. Cuando cerré el local, doné todo a obras de caridad.
-Tenías el local en la galería Bond Street cuna de punks, darks y alternativos varios.
C. Ch. –Sí. Lo único que no hacía era atender y coser. Porque no me daba la vida. Todo lo demás lo hacía yo: Los moldes, los diseños. En el sótano del local tenía una mesa de corte. Yo dibujaba y lo mandaba a un estampador. Las cosas técnicas siempre las dejé en manos de gente que realmente sabía.
-¿Eras dark en tu forma de vestirte?
C. Ch. -No.
-Maitena dice en el prólogo de Indecentemente cursi que el dibujo tiene un toque dark.
C. Ch. – Yo lo veo un poco oscuro. Pero es depende quien lo mira.
-En el local de comics Rayo Rojo, de Bond Street, saben quién sos.
C. Ch. –Ahí vendía mis fanzines Océano y Charquito, ahí iba yo a buscar los comics. Era uno de los pocos lugares que traían historietas de afuera. Yo iba a buscar el último número de Hate, como hoy los chicos vana buscar la última temporada de Lost. Íbamos quinientas veces y siempre “la semana que viene me llega”.
-Ahora viene la clásica pregunta por tus influencias.
C. Ch. –Odio esa pregunta.
-Leo una lista que alguna vez declaraste. Charles Bukowsi, Horacio Quiroga, The Ramones, T – Rex, Stephen King. Literatura. Música. Hay más.
C. Ch. –Te puedo agregar cuatrocientos millones más. Yo soy totalmente permeable a todo lo que veo. Entonces, me preguntás por las influencias y yo te voy a contestar Horacio Quiroga. La oscuridad de Quiroga. Quiroga estaba persiguiendo la próxima palabra todo el tiempo. De Stephen King tomo la simpleza para relatar, lo mismo que Bukowski. No se enroscan.
-¿Y de los historietistas?
C. Ch. -¿Cuáles me gustan?
-Manara figura en la lista de tus influencias.
C. Ch. –Me encanta. Por las texturas, por el movimiento.
-¿Por el perfeccionismo en el cuerpo femenino?
C. Ch. –No sé. Mis mujeres son todas flacas y eso no quiere decir que yo defienda un estereotipo de mujer.

-¿Seguís a los clásicos de la historieta argentina?
C. Ch. –No. Leí a casi todos. Pero no los sigo. Nunca nombro a ninguno como influencia. No conozco tanto como para hablar con propiedad. Pero, por ejemplo, Divito me parece genial.
-¿Vos no te llamás Chinaski?
C. Ch. –No. Me pusieron Chinaski por el local de ropa. En el momento en que abrí el local, yo estaba leyendo La senda del perdedor y mi novio Hollywood, ambos de Charles Bukowski. Estábamos los dos encantados. Y ¿qué nombre le pongo al local, qué nombre le pongo al local? “Chinaski”, que es un personaje de Bukowki. Ni lo pensamos. Chinaski para un local de ropa es bastante ridículo porque el tipo vivía con la misma camisa y el mismo pantalón durante tres meses. Después me quedó porque entre amigos me decían “Caro, la de Chinaski”. Llegó un momento que nadie sabía mi apellido. Mi familia me tiene agendada como Chinaski –ríe-. Mi sobrinito de cinco años, me llama Caro Chinaski –saca un dibujito de su sobrinito-.
-Tu sobrinito aparece en Indecentemente cursi y vos apareces como la tía Nina. Eso y otras cuestiones tienen mucho de tierno, ¿en eso va lo cursi?
C. Ch. –Es como una ironía porque para mi lo tierno no es cursi. Amar a tu sobrinito no es nada cursi. El dibuja conmigo, se ha metido en mis cuadros. Hace mierda todo con los crayones. Yo lo dejo.
-Conozco algunas chicas que se identifican con tus personajes.
C. Ch. -Con Oh_no me pasa mucho. Muchos chicos me dice “sí, a mi me pasa lo mismo”. Pero hombres. Varones. Grandes, chicos. No estoy hablando desde un lugar meramente femenino. Hablo más como ser humano que como género. Sí, tengo los tics femeninos. Porque soy mujer. Indecentemente cursi no podría ser un hombre pero porque yo no puedo ser un hombre. No puedo ver con los ojos de un hombre. Me encantaría por un día. Por un día.


Todas las imágenes que se presentan en esta entrevista, sin excepción, son de la autoría de Caro Chinaski.
Imagen del mural de Rosario levantada de
http://www.todoloqueveo.com.ar/

5 comentarios:

  1. Muy interesante la entrevista!!
    En un diálogo fluído y cercano que permite la apertura de en este caso esta artista que conozco muy superficialmente y ahora me mueve a profundizar con todos los datos y anécdotas que
    aparecen en la nota.
    Feliz comienzo de muchos más reportajes!!!
    GM

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  2. Buenisimo! lo lograste muy bien este espacio. Buena nota, buenas fotos... todo un professional. Bienvenido!!

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  3. A Brodsky no lo conozco y los estoy conociendo a partir de esta nota. Chinasky, si!!!! Si le habre comprado ropa en la Bond. Anie

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  4. Muy buena entrevista Orfila.
    Julieta

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  5. jaja, la leí a la entrevista, pero no conseguí para comprar nada, igual me marqué el blog de ella como favorito así lo sigo (:
    Aye

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